La razón de sentirnos mal cuando estamos enfermos

Published on May 15 2018

La razón de sentirnos mal cuando estamos enfermos

Inicia con un cosquilleo en la garganta que se convierte en tos. Tus músculos comienzan a doler, te pones irritable y se pierde el apetito. Es oficial: tienes gripe. Es lógico suponer que esta miserable mezcla de síntomas es el resultado de la infección circulando por tu cuerpo, pero ¿es ese el caso realmente? ¿Qué está haciendo que te sientas enfermo? ¿Y si es tu propio cuerpo el que está conduciendo este vicioso ataque?

Primero te enfermas cuando un patógeno como el virus de la gripe entra en tu sistema, infecta y mata a las células. Pero esta intrusión no deseada tiene otro efecto: alerta el sistema inmunológico de tu cuerpo de la difícil situación. Tan pronto tu cuerpo advierte la infección, sale en tu defensa.

Las células llamadas macrófagos cargan en la primera línea de ataque, buscando y destruyendo los virus y las células infectadas. Después los macrófagos liberan moléculas de proteína llamadas citoquinas cuyo trabajo es reclutar y organizar más células que ataquen al virus de tu sistema inmunológico. Si este esfuerzo coordinado es lo suficientemente fuerte, va a acabar con la infección antes de que siquiera lo notes.

Pero eso es solo la puesta en escena de alguna acción real de tu cuerpo. En algunos casos, los virus se extienden más allá, incluso en los órganos vitales y la sangre. Para evitar este destino a veces peligroso, tu sistema inmunológico debe lanzar un ataque más fuerte, que coordina su actividad con el cerebro. Ahí es donde los síntomas desagradables aparecen, comenzando con temperatura creciente, molestias y dolores, y la somnolencia.

Entonces, ¿por qué experimentamos esto? Cuando el sistema inmunológico está bajo ataque grave, segrega más citoquinas, que desencadenan dos respuestas.

Primero, el nervio vago, que se extiende a través del cuerpo en el cerebro, transmite rápidamente la información a la base del cerebro, pasando cerca de una importante área de procesamiento del dolor.

En segundo lugar, las citoquinas viajan a través del cuerpo al hipotálamo, la parte del cerebro responsable  de controlar la temperatura, sed, hambre, y sueño, entre otras cosas. Cuando se recibe este mensaje, el hipotálamo produce otra molécula llamada prostaglandina E2, que se arma para pelear. El hipotálamo envía señales que indican a los músculos se contraigan y causa un aumento de la temperatura corporal. También induce el sueño, y se pierde el apetito y la sed.

Pero ¿cuál es la idea de todos estos síntomas desagradables? Bueno, todavía no estamos seguros, pero algunos teorizan  que ayudan en la recuperación. El aumento de la temperatura puede disminuir las bacterias y ayuda a tu sistema inmunológico a destruir patógenos. El sueño permite a tu cuerpo dirigir más energía a la lucha contra la infección. Cuando dejas de comer, tu hígado puede ocupar gran parte del hierro en la sangre, y puesto que el hierro es esencial  para la supervivencia bacteriana, efectivamente las mata de hambre. Tu sed reducida hace que estés levemente deshidratado, disminuyendo la transmisión a través de los estornudos, tos, vómito, o diarrea. Aunque vale la pena señalar que si no bebes suficiente agua, la deshidratación puede llegar a ser peligrosa. Incluso los dolores de tu cuerpo hace que te sientas más sensible, poniendo atención en heridas infectadas que podrían estar empeorando, o incluso ser la causa de tu condición.

Además de los síntomas físicos, la enfermedad también puede ponerte irritable, triste y confundido. Esto se debe a que las citoquinas y prostaglandinas pueden alcanzar incluso mayores estructuras en el cerebro, interrumpiendo la actividad  de los neurotransmisores, como el glutamato, endorfinas, serotonina y dopamina. Esto afecta a áreas como el sistema  límbico, que supervisa las emociones, y tu corteza cerebral, que está implicada en el razonamiento.

Por lo que es en realidad la propia respuesta inmune del organismo la que produce gran parte de la incomodidad que sientes al enfermarte. Por desgracia, no siempre funciona perfectamente. Millones de personas en todo el mundo sufren de enfermedades autoinmunes, en las que el sistema inmune ve amenazas en señales normales del cuerpo, por lo que el cuerpo se ataca a sí mismo.

Sin embargo, para la mayoría de la raza humana, millones de años de evolución han puesto a punto el sistema inmunológico de manera que funciona en pro de y no en contra de nosotros. Los síntomas de nuestras enfermedades son molestos, pero en conjunto, significan un proceso antiguo que continuará protegiendo nuestros cuerpos contra el mundo exterior en los siglos venideros.

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