El viaje sorprendentemente del oxígeno

Published on October 28 2018

El viaje sorprendentemente del oxígeno

Respiras unas 17 000 veces al día. Es un proceso en el que apenas pensamos, pero entre bastidores, se está ejerciendo un enorme y coordinado trabajo. Tus órganos vitales, intestinos, cerebro, huesos, pulmones, sangre y corazón, trabajan juntos para sustentar tu vida trasportando sangre a los tejidos de todo nuestro cuerpo.

La mayoría de nuestras células necesitan oxígeno porque es uno de los ingredientes clave para la respiración aerobia. Ese es el proceso que produce la molécula llamada ATP, que nuestras células utilizan para impulsar sus muchas e increíbles funciones. Pero conseguir que el oxígeno llegue a todo nuestro cuerpo es una tarea sorprendentemente difícil.

El gas entra en las células por difusión desde sus alrededores. Y eso solo ocurre eficientemente en distancias pequeñas. Así que para que el oxígeno llegue a las células de nuestro cuerpo, se necesita una red de transporte. Aquí es donde nuestros 20 billones de glóbulos rojos aparecen. Cada uno contiene unos 270 millones de moléculas de hemoglobina que se enlazan con el oxígeno, lo que le da a la sangre su color rojo.

Para crear estos glóbulos, el cuerpo usa la materia que obtiene de los alimentos que tomamos. Así que, en cierto modo, podemos decir que el viaje del oxígeno por el cuerpo en realidad empieza en el intestino. Aquí, en una impresionante ejecución de digestión mecánica y química, los alimentos se descomponen en elementos más sencillos, como el hierro, el componente principal de la hemoglobina.

El hierro es llevado mediante el sistema cardiovascular hasta el tejido hematopoyético. Este tejido es el lugar de origen de los glóbulos rojos, y lo podemos encontrar contenido dentro de las cavidades de nuestra médula ósea. Los riñones regulan nuestros niveles de glóbulos rojos mediante la secreción de eritropoyetina, una hormona que hace que la médula ósea aumente su producción. Nuestro cuerpo produce unos 2,5 millones de glóbulos rojos por segundo, un número equivalente a toda la población de París, para que el oxígeno que llega hasta los pulmones tenga transporte suficiente.

Pero antes de que el oxígeno pueda llegar a los pulmones, el cerebro tiene que intervenir. El bulbo raquídeo inicia la respiración enviando un mensaje mediante el sistema nervioso hasta los músculos del diafragma y las costillas. Esto hace que se contraigan, aumentando así el espacio dentro de la caja torácica, lo que permite a los pulmones expandirse. Esa expansión disminuye la presión interna del aire de los pulmones, haciendo que el aire entre. Es tentador imaginarse los pulmones como dos grandes globos, pero en realidad es más complicado que eso. He aquí el porqué.

Los glóbulos rojos de los vasos sanguíneos de los pulmones solo pueden coger moléculas de oxígeno muy cercanas a ellos. Si nuestros pulmones tuviesen forma de globos, el aire que no estuviese en contacto directo con la superficie interna del globo no se difundiría. Por suerte, la estructura de nuestros pulmones permite que muy poco oxígeno se pierda. El interior está dividido en cientos de millones de protuberancias con forma de globos en miniatura, llamadas alvéolos, que aumentan dramáticamente el área de contacto en unos 100 m².

Las paredes alveolares están formadas por células extremadamente lisas rodeadas por capilares. Juntos, la pared alveolar y los capilares crean una membrana celular de dos capas que une la sangre y el oxígeno lo suficiente para la difusión.

Estos glóbulos con oxígeno son entonces transportados desde los pulmones mediante la red cardiovascular, un conjunto enorme de vasos sanguíneos que llega a todas las células del cuerpo. Si extendiésemos este sistema en una línea recta, los vasos rodearían la Tierra varias veces.

Impulsar los glóbulos rojos a través de esta extensa red requiere un bombeo bastante fuerte, y es ahí donde interviene el corazón. El corazón humano late una media de 100 000 veces al día, y es el centro energético que  lleva el oxígeno donde debe ir, completando el trabajo en equipo del cuerpo. Solo piensa: todo este complejo sistema se construye para el transporte de minúsculas moléculas de oxígeno. Si solo una parte fallase, nosotros también lo haríamos.

Inspira.

Tu intestino, cerebro, huesos, pulmones, sangre y corazón continúan con su increíble acto de coordinación que te mantiene vivo.
 
Espira.

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